FORTALEZA, BRASIL: UN MODELO EXITOSO DE SEGURIDAD TURÍSTICA
Por:
RODRIGO INSUNZA GINART
Periodista de Investigación
La triste realidad
El inicio de la temporada estival en Chile (2022-2023) trajo una serie de “eventos traumáticos” que planteó un nuevo desafío para la industria del turismo. Lamentablemente, nos enteramos a través de los medios de comunicación, cómo la delincuencia y la violencia social se inmiscuía en este nicho que, al menos en Chile, se caracterizaba por ofrecer una seguridad y tranquilidad muy valorada por el turista nacional y extranjero.
En la actualidad, esas garantías se han perdido. Ese tesoro invaluable que significa recorrer un país, sus paisajes, la naturaleza y sus atractivos, con el fin de obtener relajo y renovar energías, está corriendo por una cuerda floja que tambalea a punto de cortarse. Los antecedentes acumulados desde noviembre 2022 a la fecha, nos muestran un oscuro escenario que, con impotencia, ni el Estado ni las autoridades de gobierno han podido resolver.
La delincuencia, desgraciadamente, se ha apoderado de las calles y como verdaderas jaurías de hienas atacan a diario, sin respetar edad, género ni condición social de sus víctimas:
El 13 de noviembre de 2022, el ornitólogo británico Peter Harrison sufrió el robo de sus pertenencias tras bajarse del crucero “Silver Explorer”, en las costas de Valparaíso. Un mes después, “una manada” de 4 hombres y una mujer apuñalan a un guía turístico que intentó defender a una ciudadana australiana que visitaba el casco antiguo de Santiago. El 15 de diciembre un vehículo con turistas franceses fue emboscado y atacado con armas de fuego en San Pedro de Atacama, resultando el guía turístico herido en su rostro. Iniciado el año 2023, el 4 de enero, una familia de Mendoza que buscaba descansar en Chile fue embestida por un grupo de delincuentes en la ruta 5, siendo su vehículo golpeado violentamente con fierros, rompiendo los vidrios e intentando bajarlos del auto. Providencialmente, lograron escapar con la ayuda de un camionero que los embistió a propósito por detrás. El jueves 23 de enero otra familia argentina fue asaltada por un grupo de delincuentes, luego de retirar dinero en una sucursal de un banco en avenida Apoquindo, comuna de Las Condes.
El modelo brasileño
Como Revista Destino Turístico (RDT) decidimos viajar a la ciudad de Fortaleza situada en el nordeste de Brasil, en el estado de Ceará, y permanecer en ella durante 28 días para observar y buscar respuestas a la eficiencia turística implementada allí, en temas de seguridad.
Conocido por sus destinos paradisíacos y requerido por turistas de todo el mundo, Ceará es uno de los estados más visitados del nordeste brasileño. Fortaleza es su capital y una de las ciudades más populares y reconocidas por su clima cálido y acogedor durante todo el año.
La alta demanda turística exigió a las autoridades buscar medidas de seguridad que permitieran a los visitantes, caminar por sus calles sin temor a ser asaltados o violentados en su recorrido por la ciudad. Para alcanzar estos objetivos, las autoridades brasileñas han engranado una serie de “herramientas” a través de entidades públicas, que les han brindado excelentes resultados.
Por ejemplo, La Policía Civil del Estado de Ceará (PCCE), a través de la Comisaría de Protección al Turista (Deprotur), ofrece sus servicios a todos aquellos que arriban a la ciudad, a través de profesionales calificados en diferentes idiomas (inglés, español, italiano y alemán), fomentando así su función social al alcance de todos.
Deprotur trabaja para combatir los delitos que tienen como objetivo a los turistas en general, además de promover operaciones para combatir el robo en hoteles y posadas. “La Comisaría de Protección al Turista asiste a las viajantes víctimas de delitos en el estado de Ceará y brinda un servicio eficiente de Policía Judicial, para que estén seguros y regresen a su lugar de origen”, afirma Camila Carvalho, delegada de Deprotur.
Desde el año 2012, la Policía Militar de Ceará (PMCE) en asociación con la Secretaría de Seguridad Pública y Defensa Social (SSPDS) crearon el Batallón de Vigilancia Turística (BPTur) o también conocida como “Policía Turística”.
A través de una notoria vigilancia preventiva, cumpliendo turnos que abarcan las 24 horas del día, distintos puestos policiales se reparten a lo largo de la Beira Mar, el principal paseo marítimo y atractivo turístico de Fortaleza.
“La BPTur está formada por aproximadamente 640 policías militares, todos ellos cualificados para proteger y servir a los turistas y a quienes vienen al estado de Ceará. Tenemos policía entrenada para operar en bicicletas, caballería montada, motos y coche patrullas 4×4”, afirma el teniente coronel, Roberto Rodrigues de Lima.
RDT estuvo recorriendo día y noche las principales avenidas de Fortaleza, donde suele congregarse el turista para disfrutar de sus paradisíacas playas, ya que cuenta con un corredor turístico construido en pandemia, y que fue entregado hace escasos meses a la comunidad.
A lo largo de ella, se reparten distintos negocios, ferias y restaurantes que proporcionan a los visitantes una serie de alternativas para compartir y disfrutar del descanso vacacional. No obstante, la seguridad se percibe con una presencia permanente y continua por parte de la BPTur.
La BPTur cumple con dos tipos de turnos. El primero de ellos, corresponde a puestos de 8 horas, para aquellos policías que se establecen a pie, en puntos fijos de antemano. Al cumplir las 8 horas son relevados en sus funciones. El segundo turno es de 12 horas y aplica a los policías que realizan patrullajes en vehículos 4×4 y a aquellos que se asignan en los diferentes conteiner repartidos por la Beira Mar.
Caminando por la Beira Mar, el turista se encuentra en promedio, cada dos cuadras, con un puesto policial fijo. Este puede ser un conteiner caracterizado con los colores y leyendas alusivas a la policía. También se hayan puestos de patrullas móviles, parejas de soldados, junto a un firme e imborrable patrullaje que no cesa de circular por las principales avenidas.
El objetivo de la BPTur es prevenir incidentes con los turistas, así como responder de manera eficiente en todos los casos que involucren a residentes en la región.
Durante los 28 días que RDT estuvo en Fortaleza pudimos ver solo un par de situaciones que involucraron desorden social y que podríamos catalogar de “hechos menores”, donde siempre la policía actuó a tiempo y de manera eficaz. En diversos momentos del día también presenciamos fiscalizaciones en la vía pública a transeúntes jóvenes que, bajo sospecha policial, eran requeridos con sus identificaciones y revisados por un policía.
Revista Destino Turístico da testimonio fidedigno de la seguridad y la tranquilidad con que hombres, mujeres, niños y jóvenes se desenvuelven por la ciudad, en razón de los continuos patrullajes por las distintas arterias de Fortaleza, y donde los puestos fijos de la policía militar ofrecen un plus diferente y que se puede visualizar a lo largo de toda Beira Mar -en promedio cada dos cuadras-, brindando a sus visitantes la paz y el orden necesarios para el merecido descanso vacacional.
Uno de los puntos que más nos llamó la atención se relaciona con la dotación del personal policial que disponen para las diversas tareas de vigilancias pública. El estado de Ceará cuenta para ello con un número no superior a los 700 efectivos, una cantidad que aparenta ser exigua. No obstante, la eficacia está determinada por la inteligente distribución del personal en puntos claves y donde el sistema de rotación en turnos, les da presencia las 24 horas del día e impelen una sensación de que el contingente fuera mucho mayor.
Según las fuentes consultadas por RDT, el 70 por ciento de esa dotación es usada en Fortaleza y el 30 por ciento restante, se distribuye en los poblados turísticos que se reparten por el estado de Ceará. Por ejemplo, en el balneario de Jericoacoara distante a unos 300 kilómetros de Fortaleza pudimos ver patrullajes rutinarios de la BPTur durante el día y la noche. En los lugares donde se realizaban eventos nocturnos al aire libre, siempre se contó con la presencia de una patrulla a escasos metros del lugar.
También pudimos distinguir fiscalizadores municipales que ayudaban a complementar el trabajo de seguridad, relacionado con el comercio informal, y donde se les ofrece a los pequeños emprendedores todas las facilidades para ejercer su negocio, tras cumplir con requisitos establecidos por las normativas locales.
Reflexiones finales
En Chile, tras los lamentables delitos descritos al inicio de este artículo, se hizo necesario que muchas municipalidades tomaran medidas estrictas de fiscalización y control, por ejemplo, del comercio informal, realizando redadas sorpresivas y requisando las mercaderías desplegadas en distintas zonas turísticas del país.
Como RDT entendemos que estas acciones no disuaden la delincuencia ni el microtráfico de drogas, sólo imponen un parche temporal, represivo, esporádico y reactivo, que no dan solución al problema. Por el contrario, los antisociales se envalentonan con estas medidas y buscan nuevas formas de violar la ley y aplicar sus propias “reglas del juego”.
Lo que Chile necesita es una política centralizada a través de entes estatales con atributos para fortalecer y proteger la actividad del turismo.
Las rondas esporádicas de carabineros por distintas arterias en zonas turísticas, no es suficiente para frenar el delito, la delincuencia ni la violencia social. Cuando una pareja de carabineros pasea por una avenida transitada y donde circulan los delincuentes, estos se escabullen entre la multitud, y una vez que carabineros se retira, los antisociales vuelven a la marcha, y el problema persiste.
El modelo brasileño plantea una dinámica orgánica digna de ser analizada por las autoridades chilenas, que pudiera ser perfectamente aplicable en Chile y donde NO se necesita un gran contingente policial.
Al haber en Fortaleza, cada dos cuadras, un par de soldados militares (Policía Turística) cumpliendo turnos que eran relevados cada 8 horas, hace que el turista tenga la sensación que está recorriendo una “súper vigilada arteria”, y si bien, al principio pudiera parecer algo incómodo para la idiosincrasia de un extranjero que visita la ciudad; lo cierto es que con el paso de los días uno se acostumbra, y por los tiempos que estamos viviendo, creemos que es una alternativa viable y digna de ser estudiada para la realidad chilena.
La policía turística (BPTur) está para cuidar y proteger al turismo y su presencia permanente en las calles impregnan esa idea. Finalmente, quienes visitan el estado de Ceará pueden recorrer Fortaleza y sus alrededores con la seguridad y la tranquilidad social necesarias para disfrutar de sus vacaciones. Incluso la policía turística permite a los visitantes interactuar con ellos y sacarse fotos para el recuerdo. Pero si tienen que atender un delito o un desorden social, la mano no les tiembla para mantener la paz y la seguridad en beneficio del turismo local.